Cuenta don Narciso Yataco, chinchano de pura cepa, esta leyenda chinchana, del encuentro inesperado que tuvo hace ya tiempo con la terrible “Bruja”. Su relato es el siguiente: En el mes de marzo, cuando se cosecha la uva, yo trabajaba en una bodega. Vivía lejos de mi trabajo en el lugar llamado balconcito, en la zona de Ñoco bajo, y como tenia que caminar mucho para llegar a la bodega donde intervenía en la “pisa” de la uva, me levanté muy temprano a eso de las tres de la madrugada. Me dirigía muy tranquilo a mi trabajo cuando, de repente, oigo un grito extraño que me hizo poner la carne de gallina y los pelos de punta, al instante me acordé de la “Bruja” porque mis compañeros de pisa me habían contado que por esos lugares merodeaba. También me habían dicho que para asustar a la “Bruja” había que enseñarle alguna cosa de acero porque ese metal lo libra a uno de las brujerías y de los “aparecidos”. Pero como yo cargaba mi “segadera” (la hoz) en la cintura, atada a una faja de tela que
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