• May 19, 2025

La Sublevación de los Esclavos en las Haciendas de Chincha: El Alzamiento del 23 de Diciembre de 1879


Casa Hacienda San José




La Sublevación de los Esclavos en las Haciendas de Chincha: Contexto e Impacto de la Rebelión de 1879





El 23 de diciembre de 1879, en pleno desarrollo de la Guerra del Pacífico entre Perú y Chile, se produjo una sublevación sin precedentes en las haciendas del valle de Chincha, Perú. En medio de un contexto de explotación y condiciones extremas, los esclavos de las haciendas San José, Hoja Redonda y Larán, impulsados por los eventos de la guerra y las circunstancias políticas del país, decidieron levantarse en contra de sus patrones en una rebelión violenta y decisiva que dejó huellas profundas en la historia de la región. Este evento es conocido como uno de los mayores levantamientos de esclavos en la historia peruana, y sus repercusiones alcanzaron tanto la estructura social como el sistema económico de las haciendas costeras.





Antecedentes: Las Haciendas de Chincha y el Régimen de Esclavitud





Las haciendas de San José, Hoja Redonda y Larán eran tres de las más grandes y productivas del valle de Chincha. Estas propiedades, dedicadas principalmente al cultivo de caña de azúcar y algodón, operaban con una gran cantidad de esclavos y trabajadores. La Hacienda San José, que una vez perteneció a los jesuitas hasta su expulsión en 1767, albergaba en 1879 a más de 500 esclavos, mientras que Hoja Redonda contaba con 345 y Larán con unos 637. En total, se calcula que alrededor de 1400 negros libertos y 1500 trabajadores asiáticos laboraban en estas propiedades, en condiciones de explotación extrema.





La vida de los esclavos en estas haciendas estaba marcada por el trabajo exhaustivo, la vigilancia constante y una completa falta de derechos. Sin embargo, a pesar de la aparente tranquilidad y obediencia, existía un sentimiento de insatisfacción y resentimiento latente que se intensificaría con la llegada de la guerra.





La Guerra del Pacífico: Un Factor de Desestabilización





El 5 de abril de 1879, Perú y Chile entraron en guerra, y los hacendados de Chincha, temiendo por sus intereses y propiedades, comenzaron a reclutar forzosamente a personas de color y trabajadores de sus haciendas para formar regimientos. Este acto de reclutamiento, sumado a la percepción de vulnerabilidad de los hacendados, despertó entre los esclavos un sentimiento de rebelión que pronto se extendería.





Los esclavos y trabajadores no solo eran conscientes de los conflictos bélicos en el sur, sino que también sabían de las tensiones en la capital. En diciembre de ese mismo año, el presidente peruano Mariano Ignacio Prado abandonó el país, dejando el poder en manos del vicepresidente Luis La Puerta. Este hecho fue aprovechado por Nicolás de Piérola, quien se proclamó dictador del Perú, causando un desconcierto general que facilitó el inicio de la rebelión.





La Sublevación: El Levantamiento del 23 de Diciembre





La revuelta estalló el 23 de diciembre de 1879, el mismo día en que Piérola se proclamaba dictador. Cerca de 300 esclavos de diferentes haciendas del valle de Chincha, motivados por agitadores piérolistas de la zona, comenzaron una serie de ataques en las propiedades, rompiendo la aparente lealtad hacia sus amos. Los esclavos de la hacienda Larán, por ejemplo, se trasladaron a las haciendas vecinas, Hoja Redonda y San José, con el fin de evitar represalias directas en sus propios lugares de trabajo.





Los sublevados de San José llegaron a Hoja Redonda, donde asesinaron al administrador Claudio Iturralde y saquearon la propiedad, aprovechando la ausencia del dueño, Carlos M. Elías, un prominente diputado por Chincha. La violencia no se detuvo ahí; los esclavos también atacaron otras haciendas, causando terror entre los hacendados y obligándolos a huir o a intentar negociar con los insurgentes.





La Respuesta de las Autoridades y el Conflicto Armado





La noticia de la sublevación se extendió rápidamente, y la población de Chincha entró en pánico, especialmente la clase media, que temía la llegada de los rebeldes armados. Ante el caos, las autoridades y comerciantes de la región, junto con vecinos armados, tomaron posiciones defensivas en la ciudad, preparándose para la llegada de los saqueadores.





La revuelta culminó con un enfrentamiento directo entre los sublevados y las fuerzas armadas locales, lideradas por el prefecto de Ica, Coronel Ignacio Alarcón, quien dispuso un operativo de 40 gendarmes a caballo. El 25 de diciembre de 1879, en los cañaverales de San José, se libró una feroz batalla que resultó en bajas de ambos bandos. Aunque el número de muertos exacto nunca se determinó, se sabe que al menos tres rebeldes murieron y unos treinta prisioneros fueron capturados.





Represión y Epílogo de la Sublevación





Tras la violenta represión, los esclavos supervivientes huyeron hacia otras haciendas o se refugiaron en las quebradas de la región. Sin embargo, la venganza de los hacendados no tardó en materializarse. Durante las semanas posteriores, los hacendados, apoyados por el gobierno, emprendieron una represión brutal en contra de la población negra, ejecutando sumariamente a cualquier sospechoso de participar en los disturbios, sin importar si estos habían tomado parte en los eventos o no.





Doce prisioneros fueron enviados a Lima y juzgados bajo las leyes vigentes de la época. Así terminó la sublevación de los esclavos en Chincha, dejando un saldo de vidas humanas y una advertencia sobre los riesgos de explotación y abuso en las haciendas peruanas.





Reflexión y Legado





La sublevación de diciembre de 1879 en las haciendas de Chincha constituye un oscuro capítulo en la historia de la esclavitud en el Perú. Más allá de las pérdidas materiales y las muertes, este evento marcó un punto de quiebre en la relación entre los hacendados y sus esclavos, evidenciando el profundo resentimiento acumulado por años de explotación y el precario equilibrio social en tiempos de guerra.





En el contexto de la Guerra del Pacífico, la rebelión también refleja cómo los conflictos bélicos y las luchas de poder pueden exacerbar las tensiones sociales y derivar en estallidos de violencia que involucran a aquellos más oprimidos y vulnerables.


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